Al final del túnel se encuentra el paraíso, ve hacia la luz, allí nos reencontraremos. |
Recuérdale en la fuente, esperando a que salierais y tú impaciente por acabar la cena y acompañarle. Siempre me fascinó que un anciano y dos niños pudieran ser tan amigos.
Recuérdale, escuchando con la cabeza ladeada siempre protegida por su boina, recuerda ¡qué raro estaba cuando se la quitaba!
Tú aún no habías nacido, pero cuando llegamos a aquel pequeño pueblo fue la primera persona que conocimos y a la que siempre tuvimos cerca, sin molestarnos nunca, colándose en el jardín y allí a mi lado charrar mientras yo cuidaba las plantas. Tengo que reconocer que dejábamos entreabierto el portón para que él lo viera y entrara, a tu padre y a mí nos gustaba que lo hiciera.
Sí, ya sé que tú sólo lloras cuando te caes y te haces daño, no te preocupes, no lloro por dolor, era su hora y tenía que irse. Es la emoción de los recuerdos y sobre todo agradecimiento, nos ha regalado una larga vida y nunca le olvidaremos.