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Vista aérea extraída de vídeo de YouTube. |
¡Buenas! Ya perdonarás que asome poco por aquí pero es que las gentes del Moncayo me tienen muy entretenida de un lado para otro. Tú no te preocupes que yo sigo mejorando la poción mágica con nuevos ingredientes, algún día va a estar lista y va a ser lo más de lo más, de momento escucho ofertas...
Te traigo una sorpresa, te he hablado en más de una ocasión del legendario Pozo de los Aines, en Grisel, pues tienes que saber que, tras comprarlo el ayuntamiento, ya se puede visitar sin peligro gracias a que ha sido acondicionado por el Plan de Dinamización Turística de la Comarca de Tarazona y el Moncayo, cuyo gerente, Javier Bona, es un moncainómano como nosotros que conoce bien lugares como este, rebosantes de encanto.
Menudo agujero nos hizo el morisco Hamet Ben Larbi, allá por 1535, cuando desafiando a Dios osó trabajar en un día de los más santos, se barajan varios, pudo ser el día del Corpus, de Santiago o el de la Virgen de Agosto. Ya fuera el golpeteo del trillo sobre una cavidad kárstica o un castigo divino, el caso es que el suelo se hundió bajo sus pies y nació esta conocida leyenda del Moncayo, que para los incrédulos pudiera ser realidad ya que lógica explicación tiene.
Aunque dicen que su nombre proviene de la palabra "Ayn", que significa fuente o manantial de agua en árabe, otros aseguran que era "el pozo de la Inés", muchacha que perdió la vida al caer en su interior, cuyo nombre derivó en Aines. No sé, no sé....
Ahora, ya no nos caeremos porque está bien protegido aunque algún vándalo ya ha hecho de las suyas, alguno con complejo de borrico debe ser, como los que cayeron al pozo con el morisco.
Pero bajemos...
¿Ya estás bien agarrado? ¿Sí? Pues, ¿a qué esperas para asomarte?
Allí abajo hay una pequeña laguna y un microclima que hace que su interior esté recubierto de enredaderas, musgos, plantas trepadoras, nenúfares y un raro ejemplar de helecho llamado lengua de ciervo (Asplenium scolopendrium).
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Lengua de Ciervo (Asplenium scolopendrium) |
Y de momento eso es todo, recuerda que para llegar a esta sima tienes que salir de Grisel por la calle de San Antón y, ahora sí, seguir las indicaciones. Los olivos que rodean el pozo siguen allí, bien podados y dando algo de sombra a los merenderos que se han colocado. Si prefieres llegar en coche, han preparado una gran zona de aparcamiento pero... hay que mover un poco más el turismo hacia los pueblos, que dan para mucho, y preparar alguna pequeña guía para que los próximos pobres incautos que encantemos no se pierdan las maravillas de la comarca y de sus pueblos.
Seguimos caminando, cada vez más deprisa, aunque no lo parezca. ¡Nos vemos!