Paseo por la Ribera del Ebro

Río Ebro, a su paso por Sobradiel.

Hoy hemos aparcado la rutina y nos hemos ido a hacer una visita a nuestros amigos de Caralebro, para conocer un poco mejor los dominios del río Ebro, el otro tótem zaragozano que invisible a muchas mentes cruza nuestra provincia.

Paseamos por su ribera y un suave murmullo suena tras nuestros pasos, los chopos se dan codazos y nos miran extrañados:

- ¿Qué harán estos del Moncayo por aquí?- deben preguntarse.

Más atrevidos, los carrizales nos saludan con su vaivén, allá en la mejana. Jaime, de Caralebro, nos cuenta como se forman estas pequeñas islas y como la vegetación las coloniza. Ilusionado, nos muestra las muchas aves que viven allí y que cruzan el Ebro, majestuosas, sabedoras de que las estamos admirando. Ha sido un bonito paseo enriquecido con anécdotas e historias que, como dice nuestro anfitrión, no encontramos en las guías turísticas y que nosotros sabemos bien cuanto gusta compartir con quienes las quieren oír.

La magia del Moncayo también llega a estas aguas, timidamente y sin hacer mucho ruido, por los afluentes que alimenta el gigante atrapando las nubes que lo malhumoran. El Dios del Viento y el del Agua tienen mucho en común, pasan extrañamente desapercibidos entre los pobladores de sus reinos, ¿hacia donde mirarán para dar la espalda a tanta belleza?

Volveremos...

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