Junto al fuego
Junto al fuego recuerdo a las gentes maravillosas que he conocido en nuestras andanzas, nuevos amigos que como yo han sentido el Encanto del Moncayo, pero también he descubierto a seres detestables que jamás podrían verlo y he sentido la tristeza de espíritus rendidos de los que hay que huir. Me he divertido mucho creando nuevos encantamientos, construyendo castillos en el aire que buscan un rincón donde asentarse. El viento sigue rugiendo en el tejado mientras el fuego quema los troncos de encina, ya sin vida, que crujen en su última agonía. Me gusta el otoño en el Moncayo, llegar a la casa pasando por viñas de oro y mirar por la ventana las laderas de la sierra ahora pintadas de bermellón. Nieva en las cimas, el blanco ya las cubrirá hasta bien entrada la primavera y mi "Moncayo Vivo" mostrará una de sus caras más típicas, la única montaña de la provincia con nieve antes eterna. La alegría del fuego continúa recordándome las últimas vivencias, pero el viento golpea la casa queriendo entrar dentro y consiguiendo colarse por debajo de la puerta levantando unos centimetros la alfombra que hay junto a ella. Opto por ignorarle, me envuelvo en una suave manta, admiro la pequeña hoguera y junto a la chimenea sigo soñando...
Que entrada tan bonita Rocio. Que sensación tan relajante estar sentado junto al hogar, viendo los leños consumirse.... Hay cosas que no tienen precio. Chapeau!
ResponderEliminarAy, que me pongo colorada y no precisamente por el calor del fuego, jajajaja, gracias Ramiro. A ver cuando te pasas por este otro lado del Moncayo que te haremos un sitico junto al hogar.
ResponderEliminarUn besote!!
El otoño es la época que mas me gusta y comparto lo que inspiran estos meses... unos verdores permanecen para que otros al desaparecer se conviertan en amarillos y dorados, es un a variedad de tonos que me maravillan.
ResponderEliminarConozco poco el Moncayo, pero leyendo el relato me siento atraida por sus bosques y deseo formar parte de su grandeza y hermosura.