Al-Qala, si yo pudiera...
Vistas del Moncayo desde la muralla de Alcalá. |
“Espigas de oro alegran la vista a la montaña pero mi morada recubierta de espesa hiedra sigue en silencio, nadie la visita ya. Hubo un tiempo que yo y mis sucesores regíamos la vida de la que fue llamada Al-Qala, muy mal debimos cuidar sus almas pues nos han olvidado. Los muros del castillo les protegieron en tiempos difíciles pero ahora ya no los necesitan y guardan sus diezmos bajo el colchón sin cuidar las murallas, ni mi morada… Sí, aquí moré y por lo que queda de ella vago desde que el abad de Veruela me envío a esta villa. Mi viejo hábito esta raído y el viento enfría mi maltrecho espíritu pero tengo que proteger la vieja iglesia. Estas piedras amontonadas no importan ya a nadie, ni siquiera al obispo que impidió a algunos vecinos darle uso nuevo. Hace unos días tiraron la casa del horno dejando un triste solar al que temo mirar. Pero… alguien viene…”
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Entro con Mariluz en la llamada casa del cura, abandonada me cuenta, desde allí se accede a la preciosa torre de la muralla que asoma al valle. Hubo un tiempo que el barrio alto de Alcalá de Moncayo fue el recinto amurallado de un castillo desde cuyos alcaides, monjes de Veruela, gobernaban la nueva villa que tomó el nombre del monte en que se encontraban, “Al-Qala: el castillo”.
Donde muchos ven las ruinas de la casa parroquial, yo veo un edificio lleno de posibilidades ya que sus vigas están sanas y hay partes recuperadas en un fracasado intento por parte del anterior alcalde, frustrado por el arzobispado de Tarazona. La escalera que sube al piso de arriba me lleva a la torre desde donde puedo admirar las vistas de la montaña, mi mirada se dirige hacia ella por inercia pero mi alada amiga me recuerda que si giro la cabeza puedo ver también el monasterio de Veruela al otro lado del valle. Me pregunto como es posible que este edificio se encuentre en tan lamentable estado; de habitaciones amplias y generosa escalera sería un buen lugar para exposiciones y eventos, el principal de ellos contemplar el valle que antaño protegió. Pero, parece ser que otros no piensan lo mismo y prefieren que la hiedra que recubre gran parte de sus muros sea la única que habite sus dependencias cuando se abran al cielo. Si yo pudiera...
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"Ella tampoco puede verme, su mirada me atraviesa y reconoce a su montaña. Su admiración por lo que ve es grande pero noto cierta tristeza, parece intuirme. Hay esperanza, oigo sus pensamientos, si ella pudiera…"
Una auténtica pena, y no sólo el no poder utilizar este gran edificio para algo útil como propones, sino el peligro acechante en el que se está convirtiendo para los vecinos y visitantes
ResponderEliminarCuántos castillos y edificios históricos están en semejante situación! Es una auténtica lástima. Y ahora más que nunca porque la crisis aprieta la cultura y la historia pasan a un segundo plano, con lo cual negro futuro se avecina para todos estos lugares. pero bueno... ánimo y luchad por ellos! que no estais solos!
ResponderEliminarsaludos desde maestrazgomagico.blogspot.com
Gracias Raul por tu apoyo. He visitado tu blog y me ha encantado.
ResponderEliminarSaludos!!
Una pena Rocío.Con cada monumento que se cae, una parte de nuestra historia se pierde.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este edificio sería ideal para un centro cultural, mejor no sigo hablando... En fin...
EliminarAbrazos!