Alcalá de Moncayo - Talamantes
Peñas de Herrera |
Atajábamos bajando por un pequeño camino que arranca junto a las piscinas de la urbanización Villa Cumbres del Moncayo y que va a parar al GR-260, sendero de gran recorrido que da la vuelta completa al Moncayo. Nosotros únicamente haríamos un pequeño tramo de 8 kilometros, los que separan Alcalá de Moncayo de Talamantes.
Es un paseo muy agradable entre encinas, campos de cereal y monte. El primer tramo transcurre, entre carrascas y campos de cereal, por una pista de tierra por la que incluso pueden circular coches (hay que tener un poco de cuidado con los quads que suelen circular a gran velocidad por este camino). Sin desviarnos y con las peñas de Herrera al frente llegaremos a un cruce de caminos, muy bien señalizado, donde nos juntamos con el sendero GR-90 que viene de Añón de Moncayo cruzando su encinar. Los dos GR que surcan el Moncayo continúan unidos hasta Talamantes en la segunda mitad de nuestro camino. Pasaremos junto a una enorme granja de cerdos - pobres, con las de bellotas que tienen a unos metros- y pronto la pista pasa a estar asfaltada. Subiremos, entonces, el eterno puerto del collado Negro o de Añón, entendible el nombre porque ciertamente la vegetación es muy oscura aunque en mayo está salpicada de unos enormes arbustos llenos de flores blancas que nos acompañaron hasta Talamantes, de entre ellos salió un corzo que corriendo escapó a nuestro paso con unos saltos increíbles. El susto que nos dimos y la rapidez con la que huyó hicieron imposible que atináramos con la cámara de fotos, consiguiéndolo tarde cuando ya era un punto negro más entre los matorrales.
Casi sin resuello llegaríamos a la cima del collado desde donde al fin divisábamos el castillo de Talamantes, en lo alto del monte de la Silla, ya cuesta abajo alcanzábamos Talamantes. "Mataos" con el puertecito y muertos de hambre comimos en una zona recreativa que hay en el centro del pueblo, hay otra zona al final de la calle Mayor junto a la fuente del lugar y por donde nos acercamos a la bella ermita de San Miguel, situada a pocos metros del pueblo, en el barranco de Valdetreviño. Una vez recuperadas las fuerzas dimos un pequeño paseo por el pueblo que nos dejó con la miel en los labios y con muchas ganas de volver a recorrer sus verdes alrededores, tan diferentes a los montes que habíamos cruzado. El pueblo como he leído en algún sitio "parece el principio y final de un sueño", con muchos bellos rincones que hemos intentando mostraros al final de nuestro vídeo. Tras callejear y cotillear algunos futuros senderos que recorrer, emprendimos el regreso a casa muy satisfechos con la jornada. Llovizneaba a la vuelta pero la montaña nos respetó y justo cuando llegábamos a Villa Encanto cayó la gran tromba, pero eso ya lo disfrutamos secos y calentitos.
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