El despertar del Hayedo.
Es una delicia pasear estos días por el Parque Natural de Moncayo. El sábado estuvimos por allí con la intención de recorrer un nuevo sendero, que mostraré en próximas entradas.
Cuando llegamos se oía un cántico mágico. El rumor de los árboles y el sonido de los pájaros acunaban a los excursionistas que reposaban la comida y dormitaban en los prados por los que pasábamos, caminábamos despacito para no despertarles. Este nuevo y somnoliento hechizo parecía no afectarnos, la montaña mágica nos tenía preparada otra sorpresa. Guió nuestros pasos hasta el Cucharón, y al mirar abajo, pudimos contemplar un mar de abánicos bermellón acariciando el sueño de los que yacían en su sombra. Mientras ellos dormían, para que ruidos ajenos al bosque no rompieran este complicado encantamiento, la primavera despertaba suavemente las copas del hayedo tocándolas con rayos del sol.
El despertar del hayedo comienza y sólo si consigues alcanzar la cima, sin sucumbir a los acogedores rincones del camino, podrás contemplarlo en todo su esplendor.
Cuando llegamos se oía un cántico mágico. El rumor de los árboles y el sonido de los pájaros acunaban a los excursionistas que reposaban la comida y dormitaban en los prados por los que pasábamos, caminábamos despacito para no despertarles. Este nuevo y somnoliento hechizo parecía no afectarnos, la montaña mágica nos tenía preparada otra sorpresa. Guió nuestros pasos hasta el Cucharón, y al mirar abajo, pudimos contemplar un mar de abánicos bermellón acariciando el sueño de los que yacían en su sombra. Mientras ellos dormían, para que ruidos ajenos al bosque no rompieran este complicado encantamiento, la primavera despertaba suavemente las copas del hayedo tocándolas con rayos del sol.
El despertar del hayedo comienza y sólo si consigues alcanzar la cima, sin sucumbir a los acogedores rincones del camino, podrás contemplarlo en todo su esplendor.
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