A las 6 de la mañana en la torre de la Catedral.

De Tarazona al cielo: carretera y manta.

Me gusta conversar con Jesús cuando caminamos por nuestra montaña porque lo que me cuenta no se encuentra en los libros, aunque también me gustan sus silencios cuando el “encanto del Moncayo” nos envuelve y sé que a él también le gusta mi parloteo. Es un gran montañero que desde joven recorre el Moncayo; otros apenas lo miran porque no es un "tresmil" a conquistar, eso sí, pocos de estos conquistadores suben a su cima más alta desde Tarazona como hacía Jesús, jeje, algunos incluso dejan el coche a media montaña. Le pedí un día que compartiera sus vivencias y conocimientos en el blog y esta brujita que escribe lo ha conseguido, al menos esta vez:


A las 6 de la mañana en la torre de la Catedral.

Todos los 18 de julio, fiesta nacional con Franco, primeros años de los 70, subíamos a Moncayo. A la 6 de la mañana en la torre de la catedral, así empezaba el día. Por la carretera de Soria comenzaba nuestro camino a Moncayo, a la izquierda nos desviabamos por los recodos a Santa cruz de Moncayo, camino obligado desde Tarazona, íbamos por la carretera, cogíamos un atajo antes de llegar y pasar Santa Cruz. Después hasta llegar a la carretera nueva, que ya es vieja, veíamos esos paisajes rojizos que parecían para hacer películas del oeste Americano y en esa carretera, todavía sin construir, jugábamos con la maquinaria de obras publicas que había -rodillos, escaladoras y otras-, éramos muy jóvenes entre 16 y 20 años.

Llegábamos al cruce de la carretera de Vozmediano y poco después a la casa de los forestales de Agramonte, actualmente centro de interpretación. Pasábamos por el restaurante de Calahorra. Subíamos por la carretera que une Agramonte con el Monasterio de Veruela y a la izquierda por una senda hasta el campamento de la OJE, hoy campamento de la Diputación General de Aragón. Desde allí recto a las parideras, ruinas que con el tiempo recuperamos con el Centro Excursionista Moncayo, que yo tuve la fortuna de fundar en el año 1974, y de las que pude recoger la escritura publica a favor del CEM del concejal de Cultura del Ayuntamiento de Tarazona D. José María Cerralbo por 50 años. Pasando la carretera por otra senda llegábamos a la Fuente del Sacristán, de gran belleza, siguiendo la senda por un hayedo de gran valor paisajístico y después de pasar la carretera varias veces llegábamos al prado de Santa Lucía, llamado así porque en tiempo hubo una ermita de Santa Lucia.

Parada y descanso, algo para reponer fuerzas y foto porque el último tramo hasta la casa Santuario de la Virgen de Moncayo es el mas duro. El tramo es duro pero sobre todo al final se hacía hasta penoso y de mucho sudar ya que estábamos en julio y casi al mediodía.

Por fin llegábamos al Santuario, lo primero era ir a ver al Mosen, camarero de un pequeño bar que había entre la hospedaría de los curas que dependía del Cabildo de la Catedral de Tarazona y la Ermita de la Virgen de Moncayo, una taberna pequeña y sucia pero ¡que rica nos sabía la cerveza no muy fría!

Los más valientes subían a la cumbre pasando los pinos, por el neverico y por los puros, como explicó y escaló Sergio Albericio del club de Montaña Campo de Borja. Los demás, bajábamos a la fuente de San Gaudioso para preparar la comida, la leña - porque se podía hacer fuego-, cortar las patatas, la ensalada, refrescar el vino y cocinar un buen rancho porque a las tres lo más valientes e intrépidos bajaban de la cumbre con un hambre voraz.

Todos comíamos juntos y en buena armonía, éramos de la peña 2009. La vuelta era libre, todo el mundo hacia autostop. Unos tenían mas suerte y otros no tanta pero todos bajábamos en coche antes o después de San Martín de la Virgen del Moncayo.

Hoy día, esto se sigue haciendo en el mes de septiembre, con algunas modificaciones, por el Centro Excursionista Moncayo. Se come jamón, vino de Borja y dulces, ya que el fuego está prohibido, y se le conoce como Subida Popular a Moncayo.

Jesús Carlos Bona López
Montañero del Centro Excursionista Moncayo.

 

Comentarios

  1. Preciosa experiencias. Desde luego, para disfrutar de la montaña en su totalidad hay que subir el Moncayo desde Agramonte, desde el Santuario se pierde muchos de sus encantos y se domestica la montaña. Abrazos de otro montañero :)

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  2. Me has llevado con tu relato, a ese Encanto del Moncayo del que hablas, un toque de nostalgia por los tiempos que se han ido, y una evocación de una naturaleza que como la describes debe ser ¡arrebatadora! Felicidades muy lindo, gracias por compartir.

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  3. La naturaleza del Moncayo es muy variada, de hecho Jesús en su relato describe difentes paisajes, pero sí que es arrebatadora y siempre sorprendente. Gracias por tus palabras.
    Saludos!!

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