Por las Serranías del Moncayo: En las profundidades del bosque (2ª parte).

Pasadas las nieves y las lluvias, que embarraron los caminos, continuamos nuestra expedición por las últimas estribaciones de la Sierra del Moncayo, en la comarca zaragozana de Campo de Borja. Motorizados a ratos, andando otros, seguimos recorriendo una parte desconocida del Moncayo, al menos para nosotros.

Volvemos a la carretera que une Ambel y Talamantes donde, un par de semanas antes, la primavera avasallaba los campos reclamando su espacio con una belleza tal, que no quedaba ninguna duda de que ella era la reina. Ahora, ya expulsado el invierno, mucho más serena, recubre con su soplo de vida los paisajes que nos rodean, cubriendo con su capa las ramas de los árboles aún desnudas y reverdeciendo la tierra con pequeños brotes que rompen a nuestros pies. Dispuestos a “escacharrar” el coche de nuevo, regresamos al tramo donde nos quedamos y parando en el mirador de Escoplé contemplamos un despejado Moncayo. Llegamos enseguida a Talamantes, un enorme rebaño de ovejas baja por la Tonda ocupando gran parte de la ladera descubierta de árboles. Vemos el sendero que indica a Tabuenca justo en la entrada del pueblo pero por allí no pasábamos con coche, así que vuelta atrás en busca de la pista que hay junto al puente de Valdecalber (km 15,2). Una vez en el camino que nos llevará a Tabuenca no hay grandes problemas para continuar, ya que está magníficamente señalizado por “la ruta de la garnacha” que une todos los pueblos de la comarca.

Laderas de la Tonda (Talamantes)

En este primer tramo circulamos por monte bajo, rodeados de aromáticas y con las altas cumbres del Moncayo a nuestra espalda. A un kilómetro de la carretera llegamos a un cruce de caminos desde el que podemos observar una importante sima, la sima del Tubo u Ojo del Coronel, las más profunda de la provincia con sus 56 metros de descenso y que podéis visitar en YouTube, aquí. La entrada es muy pequeña, una estrecha grieta vertical que puedes ver bajo la carretera, a la izquierda de una roca grande con zarzas en su base.

Entrada a la sima del Tubo (ver flecha)

Continuamos nuestro camino y nos sumergimos en un extenso encinar, casi recuperado del gran incendio de 1993, hasta llegar al collado de la Cruz donde limitan Talamantes, Trasobares y Tabuenca. Desde aquí ya podemos contemplar la espectacular Peña de las Armas que nos acompañará el resto del camino. En tierras de Tabuenca nos recibe una alfombra roja, el camino se tiñe del color rojizo característico de la zona. Uyuyuy, han pasado las máquinas para allanarlo pero aún no lo han apisonado, no nos damos la vuelta pero casi, ¡pobre coche!

Peña de las Armas (Tabuenca)

En el paso de los Cabreros nueva parada, tras el coscojar y la sabina negra nos asomamos a la gran finca de la Torre de Ambel y su collado Royo; al fondo la Selva de Borja; detrás de nosotros la Peña de Armas vigilante. No nos hemos cruzado con nadie durante todo el camino, estamos sin cobertura, como nos quedásemos atascados en el barro estábamos “apañaos”. ¿Continuamos? Por supuesto, hacia atrás ni para coger impulso.

Al fin mejora el camino y tras 8 kilometros desde la carretera llegamos al barranco de Valdeperillo, que identificamos por sus chopos cabeceros. Estos áboles fueron desmochados para utilizar sus nuevas ramas como vigas de las casas moncaínas. Aquí aparcamos el coche, junto a una cantera de piedra de Tabuenca, para adentrarnos en la cañada de la Cueva. En el barro rojo aparecen cientos de huellas de corzos, a los que asustamos con gritos de emoción cuando los vemos asomar.

Huella de corzo.
La cañada termina en un campo yermo y tenemos que adentrarnos unos metros, en un bosque inhóspito, para encontrar la Cueva, una enorme cavidad en la roca de 6 metros de altura recubierta con cortinas de hiedra. Parecemos estar en un bosque de Mordor, así que medio salimos corriendo, sin olvidarnos de tomar nota de las ramas de arce de Montpellier aún sin hojas pero que lucirán esplendidas en el otoño, habrá que volver pese a no ser bien recibidos. De regreso al coche, observamos muretes de laja roja encima de  rocas del mismo material y unos preciosos enebros (avanzadilla en tierras roturadas que ayudarán a reconquistar territorio al bosque de encinas).

La Cueva

No me extiendo más, hemos situado y apuntado en nuestra lista muchos rincones pendientes que hemos dejado en el camino. Pronto llegamos al peirón y a la ermita de Santa Barbara, el pueblo está cerca. En efecto, enseguida vemos una magnifica vista de Tabuenca, que visitamos hace años pero no recordábamos tan bonita, tendremos que volver a callejearla pronto. El sol se esconde, satisfechos regresamos a Villa Encanto. Os dejo un video de toda la ruta y el enlace de la primera parte de la ruta.


Comentarios

  1. Preciosa ruta que además me apunto porque aun no he ido por esa zona. Respecto a los enebros, como curiosidad, en Tabuenca está el que dicen es el mayor bosque de enebros de la provincia, en el barranco de Huechaseca. A mi es un barranco que me gustó mucho, hasta bajaba algo de agua. Lamentablemente, para variar, tenía la senda medio perdida...

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  2. Aysssss pobrecico coche! tan blanquco y brillante él y vosotros metiéndolo por barro rojo!!! jajajaja nada, nada, que aprenda y se vaya haciendo a la idea de con qué familia ha ido a parar!!

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  3. Tengo localizado el bosque de enebros, lo guardo para otra ocasión. Se accedía facilmente por el camino a Borja, en el cruce del Peirón de Santa Bárbara. Queriamos hacer cuando podamos la ruta circular que rodea el Bollón y acercarnos a este bosque. Yo creo que estará en mejores condiciones el camino, como te dije está todo muy bien cuidado y señalizado no solo con marcas, tambien con carteles.

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  4. Mari Luz, no te imaginas como sufría Manolo!! La próxima vez nos compramos un tractor en vez de un todo terreno :oD

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