Póngame un cuarto kilo Moncayo.
 Un día cualquiera, en un Moncayo cualquiera:   - Buenos días, póngame un cuarto kilo de Moncayo.  - ¿Cómo dice? - pregunto extrañada.  - Sí, ¿no es aquí donde reparten Moncayo gratis?  - Pues mire, va a ser que no. Aquí practicamos encantamientos varios, es tarea de otros venderlos. De todas formas, el Moncayo es infinito e indivisible (Este tío quiere quedarse conmigo)   Pero continuaba con la tontería:   - De eso nada, que a mi me han dicho que visite la parte donde hay un monasterio muyyy antiguo y se puede subir a la cima. Además, tengo entendido que los árboles crecen como setas o las setas como árboles, no estoy muy seguro  - Pero oiga...  - Además, este verano han abierto una catedral que no ha podido visitarse en muchos años. Bueno, si quiere le pago, ¿qué? ¿me lo vende o no?   (Auuum, contrólate Rocío)   - Mire, el Moncayo se vende solo pero no por peso. Si quiere le enseño sus mil caras, que no gramos...-le contesto lo más serenamente posible, molesta por ...