Ayer el Moncayo estaba contento...
No es difícil comprender porque a lo largo de los siglos el Moncayo ha sido lugar de sanación de cuerpos enfermos y almas torturadas, su aire te da vida y puedes sentirlo así. Al volver con pena a la ciudad, contemplaba por la ventanilla como las gentes de los pueblos por los que pasaba llenaban sus calles. Era como si todos se hubieran puesto de acuerdo en salir a la vez, la montaña les llamaba y ellos la conocían bien.
Cuando el Moncayo se enfada todo es diferente. La encantadora brisa que tanto disfruto se transforma en un viento huracanado y alocado que parece querer barrer los males que le incomodan. Es entonces cuando puedes llegar a ver toda la fuerza y el poder de la montaña mágica, como si fuera un ataque de locura que parece no poder controlar.
Afortunadamente se enfada poco, no quiero asustarte. Pero ayer el Moncayo estaba contento… y me transmitió su fuerza haciéndome sentir capaz de realizar todo aquello que me propusiera. Incluso de atreverme a escribir estas letras… y de tener más ganas de continuar.
Cartas desde mi villa ;o)
Precioso Rocío, esa es la magia y la fuerza que hace que lo ames y que ese amor lo transmitas a todos, asi fue como llegaste a mi corazón!!!
ResponderEliminarUn beso
Diana
Muchas gracias Diana!! Besos.
ResponderEliminarVamos subiendo escalones en la rampa de la vida, vamos ganando fuerza con la ilusión del trabajo bien hecho, algo nos guía y nos llama día a día, a ti hacia el Moncayo a mí hacia el río. No hay momento del día en el que no sienta su energía, su llamada, que transmite paz sosiego y ante todo serenidad.
ResponderEliminarGracias Rocío, porque al leer tu sentimiento despiertas el mío, tu con tu montaña, yo con mi río.
Jaime Ascaso. Caralebro.
Gracias a tí Jaime, yo también sentí la llamada de tu río pero de momento me hago la sorda, que bastante tengo con la montañita.
ResponderEliminarBesos.