Senderos de leyenda, de camino a la ermita de la Aparecida.





"Caminante venera este lugar que la reina de los cielos honró con su presencia"


Termina una primavera lluviosa que mantiene el campo verde y florido, impidiendo que los rayos solares sequen y doren el paisaje. Llego pronto al Monasterio de Veruela donde he quedado con una pareja de Barcelona que quiere conocer las leyendas de la zona y su guía me ha pedido que las acompañe. Lola las tiene entretenidas en el castillo brujeril de Trasmoz -me dicen en un "wasap"- así que decido dar un pequeño paseo hasta la ermita de la Aparecida para enseñarte uno de los Caminos del Alma recientemente señalizado. Se trata del numerado como Camino 11, que comienza en la Cruz Negra, frente al monasterio. Es muy cortito, unos dos kilómetros y medio, ida y vuelta, pero es lindo de verdad y tiene mucho que ver con el tema que me lleva a Veruela.




El campo está espectacular, amapolas y rosales silvestres me entretienen y me hacen pensar que como no tenga cuidado me despistaré y llegaré tarde; no consigo encontrar el hechizo que pare el tiempo para no tener que ir a todas mis citas corriendo.


Rosal silvestre (rosa canina)

Amapola, lindísima amapola.


Recorro el primer tramo asfaltado (sigue las indicaciones) hasta cruzar la carretera del Parque Natural del Moncayo, y llegando a la ermita de la Aparecida por un largo camino flanqueado de chopos que me separan de largas extensiones de viñedos.  ¡Vamos! Viajaremos a otros tiempos donde se creía en los milagros.




Cuenta una muy vieja leyenda, recogida por Bécquer durante su estancia en el monasterio, que éste se fundó por ocurrencia, agradecimiento u orden directa de la Virgen al que pudo ser rey de Aragón, Pedro Atares, tras salvarle de una peligrosa tormenta cuando se perdió durante una cacería en los bosques que allí había. Las diferentes versiones fundacionales del cenobio cisterciense varían en muy poco, meros detalles, y ya en 1597 la publica un monje de Veruela, Juan Álvaro Zapata, que años después sería abad:

"Yendo D. Pedro Athares a caza, hazia el Monte Moncayo a dos leguas de la ciudad de Borja, de donde avia salido, sobrevinole una tempestad de truenos, relampagos y piedra: viendose perdido [...] encomendose muy deveras a nuestra Señora la Virgen María, la cual le apareció en una enzina, y lo libro del trabajo en el que estava"


Ermita de la Aparecida.


Ya no hay bosques donde perderse, pero sí el bosquecillo donde se encuentra la ermita, construida por los jesuitas en 1881, en el lugar donde ocurrió el milagroso suceso y donde el Señor de Atares ordenó construir un desaparecido pilar que albergó una copia de la talla de la Virgen que el noble encontró y cuyo original preside el Altar Mayor de la iglesia del monasterio.

La orientación de la iglesia y ubicación del Altar Mayor originó una segunda intervención de la Virgen, que marcó con un arco de luz el lugar elegido para situarlo, tras las discusiones de constructores y frailes, y sus reclamaciones al Señor de Atares. El rayo de luz fue acompañado de un mensaje directo a  éste: "Harás aquí el Altar Mayor".


Iglesia del Monasterio de Veruela.


Y no sería esta la última vez que supiera de ella, pues cuentan que la Virgen le anunció su muerte, por lo que meses antes vistió el hábito blanco y se refugió en el monasterio donde, según algunos escritos, murió el 21 de febrero de 1151 y donde yace enterrado.

Las malas lenguas chismorrean que pudo renunciar al reinado por altanero, pero me da a mi que de eso nada. Sobre todo por el extraño lugar donde se encuentra su tumba y que invito a encontrar a todos mis acompañantes, incluso a la pareja que esperaba, y a la que le conté esta misma historia que te cuento a ti. Es apasionante recorrer Veruela a través de sus curiosidades y leyendas, la cosa es que ahora tengo que irme, así que otro día te cuento más.

Que la fe en los milagros te acompañe y te permita alcanzar tus sueños. ¡Nos vemos!


Bibliografía:



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